Crónica - elrow Town Madrid: nuevo recinto, misma locura
Probamos el nuevo espacio en Torrejón y, spoiler: elrow volvió a hacerlo
Después de haber vivido todas las ediciones de Elrow Town Madrid, este 1 de mayo llegábamos a Torrejón con una mezcla de emoción y dudas. Nuevo recinto, nuevas dinámicas… ¿Estaría a la altura? Lo cierto es que nos fuimos con la sensación de que da igual dónde lo monten: si es elrow, las expectativas se cumplen. Y punto.
La elección del recinto ferial de Torrejón fue, para nosotros, un acierto. No solo por su capacidad —más de 35.000 personas bailando sin sensación de agobio— sino por lo bien distribuido que estaba todo. Zonas de césped, árboles, espacio para descansar y moverse sin agobios… y todo bastante accesible. Llegar fue fácil, y salir también: lanzaderas, trenes especiales, cero caos a menos de que buscases coger un taxi o un Uber.
Sí que hubo momentos de largas colas en barra, sobre todo a mitad de la tarde, pero nada como bailar mientras esperas. Los precios fueron los mismos que el año pasado: el vaso reutilizable costaba 2€, el agua 4€ (aunque había fuentes repartidas por el recinto), los refrescos 5€, cervezas, Desperados, tinto de verano y Red Bull salían por 6€, los chupitos costaban 4€, y las copas 12€, o 13€ si las pedías con Red Bull.
Escenarios, escenografía y música: la santísima trinidad de elrow
El alma de elrow sigue intacta. Cada escenario tenía su universo propio, con la mezcla habitual de color, caos y creatividad que ya es marca de la casa. El Hallucinarium se llevó el protagonismo cuando cayó la noche, con un montaje de 16 metros de altura, fuego, confeti y dragones voladores incluidos. Sí, dragones. Y encima con Cloonee y Paco Osuna en cabina, cómo no íbamos a quedarnos hasta el final.
El otro escenario principal, Horroween, apostó por el rollo infernal y no se quedó atrás: un demonio gigante, luces rojas, fuego y un ambiente que parecía sacado del mismísimo inframundo. Aunque en horas punta se quedaba algo pequeño, fue uno de los espacios más comentados. A lo largo del recinto también nos encontramos con joyitas como El Bowsque Encantado, The Jail, Pink Cathedral o El Rowcio, entre otros. Cada uno con su estética, su rollo y su propio ambiente para perderte un rato y volver al main cuando el cuerpo lo pidiera.
Para quienes necesitaban un respiro, había zonas de juegos, karaoke y un buen puñado de foodtrucks. Porque no todo es bailar (aunque casi).
Lo que más echamos en falta al llegar fue el mítico arco de OCB dándonos la bienvenida. Aunque no estaba demasiado lejos de la entrada, nos faltó ese recibimiento triunfal que siempre marca el inicio de la aventura. Esa sensación de cruzar el arco y pensar: “ya estamos dentro, ha vuelto elrow”, da igual si estás en IFEMA o en Torrejón. Es ese pequeño gran detalle que convierte una entrada en una declaración de intenciones.
Nos vemos en la próxima
Elrow volvió a demostrar que sabe lo que hace. Porque cuando arranca el show, el lugar pasa a un segundo plano. Esta edición confirmó que lo importante es la experiencia, y esa, una vez más, fue inolvidable. Que vayan calentando motores para 2026, que ahí estaremos.

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