Weekend Beach Festival: el día que entendí por qué todos vuelven
Mi primera vez en el Weekend Beach: un décimo aniversario contado a través de mis amigos
Siempre había escuchado hablar del Weekend Beach Festival. Entre mis amigos era casi un ritual anual: cada julio, maletas, crema solar y dirección a Torre del Mar. Yo, por unas cosas u otras, nunca había podido ir. Hasta este año. Bueno… medio ir. Solo pude escaparme el último día, pero aún así, entre lo que viví y lo que me contaron ellos, me llevé a casa un trozo de ese décimo aniversario que tanto esperaban.
Llegar a Torre del Mar fue como entrar en un escenario de película. El recinto está literalmente pegado a la playa: arena, mar y un ambiente que mezcla vacaciones y festival sin esfuerzo. Ya desde fuera se escuchaban los primeros acordes del sábado. Fueron los MOROCHOS los que abrieron la jornada, calentando motores con su mezcla de rumba y buen rollo. Nil Moliner siguió con esa energía suya que es pura vitamina, y yo ya empezaba a notar que aquí la gente no viene solo a escuchar música: viene a vivirla.
Uno de los momentos más mágicos llegó con Rozalén. Mis amigos me habían dicho que verla en directo era como recibir un abrazo, y lo entendí en cuanto salió al escenario. Además, nos regaló una sorpresa de esas que quedan para el recuerdo: Estopa se subió con ella a cantar Vivir. Y ahí ya no importó si estabas delante, al fondo o en la barra: todo el mundo cantó.
Porque Estopa… bueno, Estopa fueron el momento. Su único concierto en Andalucía este año y con el recinto a reventar. “La raja de tu falda”, “Vino tinto”, “Como Camarón”… fue como un viaje en el tiempo, y hasta la gran Chonchi Heredia se unió a la fiesta. Mis amigos me dijeron que el jueves y el viernes también habían sido de locura, con Kaiser Chiefs, Lori Meyers o Kase.O, pero yo estaba demasiado metida en el presente como para pensar en lo que me había perdido.

Después de Estopa, el listón parecía insuperable, pero Derby Motoreta’s Burrito Kachimba mantuvo la intensidad con su rock andaluz psicodélico. Luego, Pepe y Vizio pusieron a bailar a todos antes de que Hedex y José de las Heras cerraran la noche en los escenarios principales. Y mientras, en el Sunrise, Mathame alargaba el baile hasta que el amanecer pintaba de naranja la playa.
Mis amigos me contaron que el festival había sido un no parar desde el jueves: que Seguridad Social y Kaiser Chiefs habían hecho saltar a todo el mundo el primer día, que el viernes Lia Kali había estado en modo estrella absoluta y que Kase.O había vuelto con más fuerza que nunca. Yo solo estuve allí para la traca final, pero escuchando sus historias y viendo cómo hablaban de cada concierto, entendí algo: el Weekend Beach no es solo un festival. Es una excusa para reencontrarte con gente, para pasar días entre música y mar, para bailar hasta que se acaben las fuerzas y para volver cada año a un lugar que ya se siente como casa.
Puede que me haya perdido dos tercios del cartel, pero viví un sábado que valió por todo un fin de semana. Y ahora lo tengo claro: el año que viene no me quedo con las ganas.







