Un Sonorama entre homenajes, pogo y lágrimas: así se vivió el festival más esperado del verano
Más de 200.000 personas llenaron Aranda de Duero en una edición donde hubo espacio para el indie, el rock, el rap y hasta el folk
Aranda de Duero volvió a transformarse por completo para celebrar la 28ª edición de Sonorama Ribera, un festival que este año superó la barrera de los 200.000 asistentes y que sigue manteniendo su esencia de encuentro colectivo. La organización apostó por un modelo más cuidado, con la reducción de aforo en la Plaza del Trigo, una medida que dividió opiniones pero que permitió que las actuaciones matinales se vivieran con más comodidad.
Miércoles: emoción desde el minuto uno
El arranque de Sonorama 2025 fue un recordatorio de por qué este festival no es solo música. Rulo y La Contrabanda dejó uno de los momentos más conmovedores de la edición al dedicar “Heridas del Rock & Roll” a su hijo fallecido, un instante que paralizó el escenario y unió a miles de personas en un mismo silencio. Poco después, Fermín Muguruza subió al escenario en una celebración de su carrera, repasando desde los himnos de Kortatu hasta Negu Gorriak, con un público entregado que coreó cada palabra.
La primera noche cerró con Sexy Zebras y su directo cargado de energía, demostrando que el espíritu más salvaje del festival sigue vivo.
Jueves: del pop vitaminado a la nostalgia
El jueves fue una jornada de contrastes. Ginebras llenaron el escenario principal con su último concierto del “Billie Max Tour”, un cierre que fue toda una fiesta: pogo en “Alex Turner”, emoción en “Ansiedad” y un público que no dejó de cantar ni un segundo. Un par de horas después, Café Quijano trajo su toque nostálgico y tropical, con “La Lola” convertida en himno colectivo bajo el cielo de Aranda.
La jornada también dejó momentos para el relevo generacional: Hens y Walls compartieron escenario, tirando de complicidad y colaboraciones para hacer saltar a su público más fiel. El cierre quedó en manos de Pignoise, que se marcaron un karaoke multitudinario con temas como “Nada que perder”, recordando a muchos asistentes sus primeras adolescencias.
Viernes: el gran regreso de La Raíz
Si había un concierto que nadie quería perderse, era el de La Raíz. La banda volvió a Sonorama tras años de silencio y convirtió el recinto en una masa unida de voces que corearon cada verso. Desde el arranque con “Entre poetas y presos”hasta el cierre apoteósico con “La hoguera de los continentes”, fue una hora y media de pogo, saltos y emoción compartida.
La jornada continuó con Franz Ferdinand, que demostraron que siguen en plena forma. “Do You Want To” y “Take Me Out” fueron los momentos más celebrados, con un público que no paró de bailar. Carolina Durante remataron la noche con su directo caótico y eléctrico, confirmando que su relación con Sonorama es de amor mutuo.
Sábado: de la intimidad de Amaia al despegue de Arde Bogotá
El sábado fue uno de los días más potentes de esta edición. Amaia ofreció un concierto lleno de matices: arrancó con el silencio absoluto de “Ya está”, se acompañó de su arpa en varios temas y terminó con el público taconeando al ritmo de “Despedida”. Fue uno de esos directos que se quedan grabados, íntimo y magnético.
En contraste, Cala Vento pusieron a todo el mundo a saltar con un concierto que fue puro desahogo, con pogo en casi cada canción. Más tarde llegó uno de los momentos más esperados: Arde Bogotá presentó en exclusiva su nuevo show, “El Eclipse”, con drones sobrevolando el recinto y un despliegue técnico que convirtió el concierto en una experiencia visual y sonora.
Domingo: cerrar en alto
La edición se despidió con actuaciones que recordaron el valor de la música en vivo para descubrir nuevas voces. Cristina Len, ganadora del Talento Ribera, conquistó con su propuesta oscura y elegante. También hubo espacio para el pop-rock con Carlos Ares, que cerró la Plaza del Trigo con un concierto íntimo, perfecto para bajar revoluciones.
Más allá del cartel
Este Sonorama no solo será recordado por los grandes nombres. Parquesvr desató el pogo más salvaje del festival, Sara Socas demostró que el rap en femenino merece estos escenarios, y Judeline confirmó su gran momento con un show cada vez más sólido.
En conjunto, la edición 2025 de Sonorama Ribera volvió a demostrar que el festival es mucho más que un cartel: es comunidad, memoria y descubrimiento. Aranda de Duero se convierte cada agosto en el punto de encuentro de varias generaciones de melómanos, y esta edición no fue la excepción.



