Crónica | I Love Reggaeton 2025: volvimos al lugar donde siempre hemos sido felices
Este año no sabíamos del todo qué esperar. IFEMA, que había sido casa del festival en ediciones anteriores, canceló todos sus eventos al aire libre para 2025. Y así, por primera vez, I Love Reggaeton cambiaba de escenario. Tocaba reencontrarnos en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas. Un recinto que, siendo sinceras, no habíamos imaginado como sede para un evento de esta magnitud. Pero bastó poner un pie dentro para quitarnos cualquier prejuicio.
A las cinco y media de la tarde, con el calor típico de Madrid en junio apretando fuerte, llegamos equipadas: crema solar, gafas de sol, abanico y muchas ganas. Lo que no esperábamos era encontrarnos con un suelo de cemento que, lejos de ayudar, aumentaba la sensación térmica. Pero bastó un minuto —literal— para que el festival nos sorprendiera. Zonas para refrescarte, ventiladores gigantes repartidos por el recinto y soluciones reales para combatir el calor. I Love Reggaeton no solo había cambiado de casa: la había cuidado al detalle.

El espacio estaba muy bien distribuido. El escenario principal, era un robot gigante que nos dejó sin palabras. Dos años de trabajo resumidos en una escenografía que parecía sacada de otro planeta. Justo al otro lado del recinto, el escenario Playa, ese rincón que en otras ediciones tenía su famosa arena, y que este año echamos un poco de menos. Aun así, la sensación seguía ahí: mojito en mano, reggaetón sonando y la mente transportada al Caribe por unos instantes.
Además, la organización no escatimó en servicios. Muchísimos baños, barras por todo el recinto y una oferta de comida de esas que hacen que te cueste decidir. Pero si hubo un espacio que se robó las miradas, ese fue el escenario Fun Festival: un castillo hinchable gigante con DJs pinchando desde dentro. Entre toboganes, piscinas de bolas y temazos del pasado, era imposible no sentirse como cuando tenías cinco años. Lo decimos sin exagerar: allí nadie, absolutamente nadie, se lo estaba pasando mal.
Y ahora sí: lo importante. La música. Siempre decimos que I Love Reggaeton es de esos festivales donde puedes comprar tu entrada sin ver el cartel. Porque nunca falla. Porque si amas el reggaetón, sabes que aquí vas a encontrar lo mejor del género. Y este 2025 no fue la excepción. No hubo artista malo. Era temazo tras temazo. Tanto, que organizarte para no perderte nada se convirtió en parte de la estrategia.
El arranque fue con Lorna y su "Papi Chulo", una declaración de intenciones. En el escenario Dance sonaron nombres como Xriz, Joey Montana o Andy Rivera —que puso a todo el mundo a corear "los pajaritos en el aire"—. Mientras tanto, en el escenario Playa revivíamos momentos con K-Narias y José de Rico, que nos faltó la invitación de Henry Méndez al escenario para un "Rayos de Sol", pero no se puede tener todo.
Cali y El Dandee nos emocionaron. “Yo te esperaré” siempre toca algo dentro, y su colaboración con Aitana nos devolvió a otra etapa de nuestras vidas. Eso es lo mágico de este festival: que puedes llorar con una canción y, al minuto siguiente, estar bailando hasta el suelo con Ivy Queen, Juan Magán o Henry Méndez. Eso sí, desde aquí pedimos a la organización que el año que viene no nos haga elegir entre tantos artistas potentes al mismo tiempo. Porque mientras ellos actuaban en el escenario Dance, en el Playa estaban Guaynaa, Atomic Otro Way y Baby Rasta & Gringo. No había forma humana de estar en dos sitios a la vez.

Durante la tarde, tuvimos también la suerte de charlar con algunos artistas. Lo intentamos con el mejor sonido posible, aunque la pasión del público hizo que las entrevistas se llenaran de gritos y coros. Aun así, salvamos momentos únicos.
Xriz nos habló de su conexión especial con Madrid. Nos confesó que siempre ha sentido el cariño de esta ciudad y que el público del I Love Reggaeton se lo había vuelto a confirmar. Le preguntamos con quién le gustaría colaborar y no dudó: Cali y El Dandee. También nos sorprendió su respuesta sobre con quién montaría un negocio fuera de la música: lo tiene clarísimo, Juan Magán. “Es un capo”, nos dijo. “Allí donde se mete, hay negocio. Es el boss”.
Joey Montana, por su parte, nos contó que estudió fisioterapia. Sí, lo suyo no iba a ser la música. Hasta que una canción suya se pegó y se encontró en su primer concierto en San Cristóbal, Venezuela, ante 7.000 personas. Ahí lo tuvo claro. Nos habló también de una de las personas que más le ha sorprendido en su carrera: Drake. Se lo encontró una vez en un hotel en Estados Unidos y no dudó en acercarse. Drake fue amable, se hizo una foto con él, y Joey se quedó con esa anécdota como una lección de humildad.
Andy Rivera fue el único que eligió preguntas distintas en nuestro “bote reggaetonero”. Y sus respuestas fueron igual de especiales. Le preguntamos qué es lo más bonito que le ha dicho un fan, y nos habló de mensajes donde le dan las gracias por devolverles las ganas de vivir. Hablamos de salud mental, de cómo él ha compartido su proceso y de cómo sus seguidores le han acompañado todo este tiempo. Cuando le pedimos un consejo que siga aplicando, lo tenía tan claro que lo lleva tatuado: “Ninguna estrella es alta para el que la quiera alcanzar”. Y justo después, nos contó que su colaboración soñada sería con Bruno Mars. Cree que es imposible, pero después de oírle hablar, no lo vemos tan lejano. Porque con esa actitud, todo es posible.
El cierre del festival fue, como cada año, un momento para el recuerdo. Fuegos artificiales, los mejores temas del reggaetón sonando a todo volumen y la sensación de haber vuelto, una vez más, al lugar donde hemos sido felices.
Nos vemos el año que viene.





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